lunes, 18 de junio de 2012

Que es la Economía verde?


La economía ecológica o verde pretende rediseñar la economía para desalentar desde un principio las consecuencias negativas y fomentar aquellas positivas. La economía verde supone que la humanidad puede regenerar las comunidades y los ecosistemas y que el cambio cualitativo positivo es posible; en tanto, la economía ambiental sigue dedicándose al control cuantitativo

Una economía verde no sólo consideraría asuntos financieros, sino que comprendería cuestiones ambientales y hasta espirituales y priorizaría el crecimiento cualitativo sobre el cuantitativo. Intentaría medir el valor real de los productos y servicios más que simplemente tomarlos por su valor monetario de intercambio. Finalmente, haría visibles muchas de las importantes tareas realizadas fuera de la economía formal y,  al mismo tiempo, pondría en el debe los daños a los sistemas naturales de la Tierra.

La economía verde, también conocida como economía ecológica, no se limita a las consideraciones ambientales, como puede implicar su nombre. Abarca también consideraciones sociales y ambientales, así como inquietudes espirituales de los individuos, factores históricamente pasados por alto por los estudios económicos, y propone elaborar un modelo nuevo para la economía. Este modelo, según Brian Milani, autor de Designing the Green Economy (Diseñando la economía verde), debe instaurar la democracia directa, satisfacer las necesidades de todos y armonizar la actividad humana con la naturaleza.

Muchos aspectos de la vida cotidiana quedan excluidos de la economía política más aceptada, que está orientada hacia la medición de la producción industrial y el intercambio de dinero. En general, los productores y los consumidores sólo toman en cuenta sus propios costos y beneficios directos al tomar decisiones, más allá de los costos y beneficios de la sociedad como un todo. Los ejemplos de estas alternativas (costos o beneficios que se transfieren a la sociedad en general) pueden ser positivos o negativos. Un ejemplo común de una externalidad negativa es la contaminación, que es producida por un fabricante pero afecta a muchas personas más. Esa contaminación perjudica a los trabajadores y vecinos de la fábrica, pero no directamente al lucro del fabricante –por lo tanto, el fabricante no considera el efecto de la contaminación–. Un ejemplo de una externalidad positiva sería una vacuna que no sólo beneficia a quien la recibe, sino también a la sociedad en general porque reduce la posibilidad de que la enfermedad se propague a otros. Las medidas económicas vigentes no fueron diseñadas para tomar en cuenta externalidades; por eso dejan la tarea de gestionarlas al Estado, el cual debe fomentar o desalentar estas externalidades según su parecer.
Economía verde contra economía ambiental
La economía ambiental ofrece maneras de medir las externalidades y proporcionar a los legisladores mejores herramientas para su trabajo. La ecológica o verde va más allá de estos esfuerzos y pretende rediseñar la economía para desalentar desde un principio las consecuencias negativas y fomentar aquellas positivas. La economía verde supone que la humanidad puede regenerar las comunidades y los ecosistemas y que el cambio cualitativo positivo es posible; en tanto, la economía ambiental sigue dedicándose al control cuantitativo. Mientras la economía ambiental se ha insertado cómodamente en el paradigma económico vigente sin realizar cambios fundamentales, la economía verde implica el diseño de un sistema económico nuevo que tome en cuenta más que lo material y el dinero. La economía verde podrá utilizar las herramientas económicas ambientales para elaborar los precios mediante los costos sociales y ambientales, pero reconoce que a largo plazo esas medidas no generarán los cambios necesarios. Mientras la economía ambiental se pregunta cómo la economía industrial puede perjudicar menos al ambiente y a la gente, la economía verde pregunta por qué la economía tiene que ser destructiva en primer lugar.

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sábado, 9 de junio de 2012

La satisfacción del cliente


En el mundo globalizado y competitivo en el que vivimos hoy en día, donde el cliente es el rey, es fundamental conseguir que nuestros clientes estén satisfechos. Hasta la última revolución industrial ocasionada por la informática, los nuevos materiales y las comunicaciones, las empresas desarrollaban su actividad en un entorno estable, donde los clientes eran más bien pasivos al existir más demanda que oferta en el mercado. Los ciclos del producto eran largos y la competitividad mucho menor a la actual. Ahora, el avance tecnológico ha posibilitado la superproducción de bienes y la globalización del mercado.
Debemos integrar la satisfacción de los clientes dentro de la estrategia de nuestra empresa y para ello debemos aprender a gestionar y medir esta satisfacción.

La satisfacción del cliente, punto clave de la estrategia empresarial
El cliente es el que decide qué producto quiere comprar, cuándo lo quiere comprar y cuánto tiempo está dispuesto a esperar hasta que se le sirva. La satisfacción del cliente es la parte más importante de la estrategia empresarial ya que proporciona los siguientes resultados:
- Compras repetitivas. Los clientes satisfechos vuelven a comprar el mismo producto cuando surge nuevamente esa necesidad.
- Cross buying. El cliente satisfecho compra otro tipo de productos que ofrece nuestra empresa. Por ejemplo, una persona que hace tiempo compró un heladera XX con el que ya tiene una experiencia y se siente satisfecho, cuando tenga que comprar una lavadora, seguramente optará por una de la misma marca.
- Propaganda boca a boca. Los clientes satisfechos son la mejor propaganda que puede tener una empresa, ya que al haber consumido nuestro producto y tener una experiencia con el mismo, influyen positivamente en la decisión de otros clientes potenciales. Además esta propaganda es un medio de publicidad sin coste para nuestra empresa. Existen estudios que indican que los clientes satisfechos comunican sus experiencias a tres personas, mientras que los insatisfechos se lo cuentan a once por término medio.
- Reducción de costes. Mantener un cliente satisfecho en nuestra cartera de clientes cuesta unas cinco veces menos que conseguir un nuevo cliente.
- Insensibilidad a subidas de precio. En los entornos empresariales business to business (B2B), los clientes satisfechos suelen ser poco sensibles a las subidas racionales de precio. Estos clientes, al tener una buena experiencia con nosotros, probablemente preferirán pagar un poco más antes de arriesgarse a cambiar de proveedor.
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